Como ya conté en un post anterior me como el coco viendo videos, fotos y leyendo artículos. El otro día me puse a revisar números antiguos de la revista parapente, en concreto el número 50 de abril/mayo de 2008.
El árticulo se refería al vuelo térmico, su autor, Will Gadd, en el encabezamiento comentaba: El vuelo en térmica puede ser lo que más me gusta en la vida. No hay nada como enganchar una térmica fuerte de bordes bien definidos y montarla hacía arriba unos 3000m. Mi parte menos favorita del vuelo también son las térmicas, esos días donde todos suben volando recto y tu caes como un piano hasta abajo rápidamente. En esos días te alegra haber aterrizado solo, para que nadie escuche tus gritos.
Que razón tiene el bueno de Will.
La verdad que da una rabia del carajo, la gente subiendo y tu bajando como un auténtico membrillo.
En esos momentos lo único que deseas es buscar un rincón donde poder llorar en solitario. Y si analizas el porqué:
Te apresuraste, te lanzaste muy rápido, no te preocupaste en girar esa térmica lo suficiente o la cosa te pareció tan dura que decidiste abandonar.
Sea como fuere no te preocupes demasiado, posiblemente al otro lado de la loma haya otro llorando. No eres, no soy, el único.
Puto otoño. Y para colmo no me gustan los hongos. Puta crisis.