Todavía me conoce.
Tiene 91 años y se llama América, por lo visto mi abuelo, al que no conocí, era un cachondo, mi tia se llamaba Africa. Todo terminó porque no tuvo mas hijas, parece que estaba dispuesto a hacer homenaje a todos los continentes.
América siempre fué una cachonda y aún hoy con sus limitaciones lo sigue siendo. Tiene la cabeza un poco para allá pero ya me gustaría a mi con su edad tenerla como la tiene ella.
Durante el día la mujer es atendida en un centro de día ya que los de casa trabajamos todos. Por la noche estamos con ella, las noches sin compañia se le hacían bastante duras.
Nos repite las cosas trescientas veces y trescientas veces la contestamos y atendemos. Que habría sido de nosotros en nuestros primeros días sin su amor y compañía. Siempre estuvo ahí para ayudarnos, para aconsejarnos y de vez en cuando para darnos un buen tirón de orejas.
Paso una guerra y le tocó perderla y le tocó marchar y le tocó buscarse la vida, pero lo supo hacer y supo perdonar y supo formar una familia y supo sacarla adelante en compañía de su marido, mi padre.
Hoy nos necesita, hoy estamos con ella. Nos conoce. Gracias, tuvo suerte y no le cogió esa terrible enfermedad que te hace perder todos los sentidos. Que te hace olvidarte de los tuyos, de tu historia, de tu camino.
Doy gracias porque estás con nosotros y espero que sigas estando muchos años. América una buena madre, una buena abuela.
Pido perdón al personal, pero no vuelo y me pongo muy melancolico, además estoy orgulloso de mi madre.