Comienza el año... hay que volarlo...
Tenemos mi mujer y yo un par de días de vacaciones. Pero todos sabemos cómo ha empezado el año: Un burraco de frente atravesando la península con temporales de viento y lluvia... hay que planificar con cuidado...
Analizando las previsiones, para dentro de un par de días veo que hay una zona entre frentes, a lo mejor se podrá hacer algo... Bueno, parece que el viento será NNO y flojo... ¡ARCONES!
Cuando llega el día, madrugamos, y efectivamente, hay nubes con grandes claros, incluso habrá sol... ¡BINGO!
Agarramos los trastos y nos ponemos en camino, nerviosos los dos por estrenar el contador de vuelos de este año.
A medida que nos vamos acercando a la sierra, veo por las nubes en sus cumbres que no vamos a estar solos... un tal Foehn parece que también nos va a acompañar... ahora sé por qué hacía tan buena mañana en el valle del Lozoya...
Pasamos el puerto de Somosierra y efectivamente, todo está cubierto de nubes.
Llegamos a la toma. El viento es norte y flojo, laminar, ideal... pero el despegue y buena parte del principio del valle están totalmente cubiertos por la nube del Foehn.
La capa no es muy gruesa, se puede ver el disco solar a través... el vuelo está despejado en sus tres cuartas partes... decidimos subir al despegue, es posible que se pueda volar aún así, e incluso es posible que el valle caliente lo suficiente para elevar la capa de nubes...
¡Vamos p'a llá!
Empezamos la subida por la pista, y vemos que está nevado. Da igual, sigamos...
Poco a poco la pista va desapareciendo bajo la nieve, y ya sólo se aprecian unas simples rodadas de otro loco que ha pasado por ahí antes...
El camino se hace mas dificultoso. Al rato, nos encontramos con ese "loco", un Land Rover que está dando marcha atrás porque ya no se puede seguir más...
Nos paramos y los tres "locos" vemos que el camino está impracticable. A nuestro lado, los pinos se mecen con suavidad empujados por ese vientecillo de norte, nos están diciendo en su lenguaje que se puede volar, que está perfecto...
Damos marcha atrás. Vamos para abajo.
Al final, acabamos mi mujer y yo en un asador comiendo cordero, sin invitar al señor Foehn, disfrutando el uno del otro y del día de campo y nieve que hemos pasado.
Parte del secreto de la felicidad consiste en no recrearse en los contratiempos, sino en mirar para adelante y disfrutar de lo que se te va ofreciendo de nuevo...