Bueno, este año la verdad es que no me estoy inflando a volar precisamente…
Los primeros meses del año, entre exceso de viento, malas condiciones y falta de tiempo, han transcurrido en el suelo… Yo y mi sombra pegados continuamente.
A estas alturas del año, ya casi mediados de Mayo, solamente llevo dos vuelos.
Y poca campa. Un par de días sueltos en los que encima, el viento era demasiado flojo como para aprovechar bien esos ratos.
Bueno, esta primavera por fin nos ha dado un poco de tregua en el mal tiempo… Pero hemos pasado a verano directamente.
Sábado. Día de mucho calor. Alioth y yo hemos decidido salir a probar suerte e intentar darnos un vuelo. El día presenta vientos flojos, tan flojos que tenemos que pasearnos por los diferentes despegues de la zona porque el viento no termina de definirse.
Por fin, un despegue encarado. Brisa suave. Ya son la una y media de la tarde. Alioth, prudente, opina que es demasiado tarde para ella, prefiere no salir.
Me preparo, el viento no es fuerte y me inspira confianza para lo oxidado que me encuentro; los ciclos térmicos son suaves y dóciles. Pero prefiero que no se caliente más la cosa, no estoy para luchar con las condiciones; solamente necesito dejar a mi sombra en su sitio, que es el suelo. Separarme de ella un rato, mientras opta por perseguirme hasta la toma, como hace siempre.
Despego sin problemas, limpio. Desde luego es todo un acierto tener una vela que coincida con tu nivel de vuelo. Que dejes de volar unos meses y que sepa esperarte y perdonar tus errores por desentrenamiento.
Un par de pases por la ladera. Voy en manga corta, pero aún así siento el calor. Burbujas térmicas están presentes en las zonas previsibles, las giro perezosamente, son ascendencias suaves para lo que el día calienta. Un pase por delante del despegue. Otro. Me entretengo jugueteando con las térmicas que encuentro, ninguna de ellas me sube más de diez metros por encima del despegue.
Bueno, ya he tenido diversión suficiente… Ahora es mejor que baje ya, la toma está llena de campos de labor de diferentes tonalidades marrones y con las horas que son, prefiero cortar ahí y no complicarme la vida con las posibles burbujas que puedan estar soltando esos contrastes de los campos.
La manga, en la toma, está colocada en un modesto promontorio usado para prácticas de escuela. De hecho, hay un alumno practicando. A a estas alturas del año, la lomita presenta un fino manto verdoso, invitando a aterrizar cómodamente sobre ella.
Un par de giros para perder altura, unas eses… Desciendo tranquilamente siguiendo mi ruta mental. Todo correcto, suave. Alguna pompa, eso sí, me hace recuperar algunos metros de altura que tengo que andar luego volviendo a perder.
Planeo final… Ñiiiigg… Como el promontorio es eso, un promontorio, ha creado una ligera ascencendencia que hace que lo falle por tres metros de altura… Me lo paso. Me tengo que ir a aterrizar unos metros más abajo, a los campos de labor. No es un problema, son amplios, pero he fallado mi meta…
Bueno, a empezar de nuevas… Me encuentro algunas burbujas que como era de esperar, sueltan estos campos a estas horas. Incluso me entretengo haciendo eses en alguna… Mi sombra, veloz, me persigue por el suelo, siguiendo mis movimientos para darme caza en cuanto toque tierra y y así pegarse a mí de nuevo.
Yo, disfrutando de este nuevo y breve vuelo, me dejo llevar en el planeo final, establezco una línea recta y juego con los mandos para adaptar el planeo… Con este calor y el tono oscuro del terreno, el planeo se alarga, se alarga… Como si estuviera levitando para evadirme de mi paranoica sombra, que no logra darme caza.
Al fin, toco tierra, suavemente. Mi sombra ha conseguido unirse de nuevo a mí, después de todo.
Recojo en coliflor para acercarme a la carretera, y pliego con una sonrisa en la cara.
Porque, una vez más, hoy he aprendido una lección…
Fallé mi fácil objetivo que era aterrizar junto a la manga, lo que me costó un par de minutos más de vuelo y aterrizar en un terreno en barbecho en vez de en uno más verde, además de alargar también en unos minutos mi recogida…
Pude optar por enfadarme, por renegar durante ese planeo de lo patán que soy y cómo no había previsto esa ascendencia inoportuna que me hizo fallar…
Pero no. Una vez que vi que fallaba mi objetivo, automáticamente lo descarté y me sumergí en mi nuevo minivuelo, que me permitió disfrutar esos minutos de más, jugar con la vela, recrearme en el planeo… En el fondo, contemplar ese vuelo como un todo, de principio a fin, y saborear cada feliz instante que viví en él, en vez de estar decepcionado por no haber conseguido mi objetivo. Porque ese objetivo realmente se esfumó en cuanto me lo pasé.
Aprendí a vivir el presente. El pasado es esa toma fallida, el futuro es la nueva toma. De nada sirve condenarse por el pasado si ello me va a hacer perder la perspectiva del futuro y a lo mejor, arruinarlo también, o no aprovechar sus oportunidades…
¿Por qué estar enfadado por un vuelo que no salió como tenías planeado?
¿Es que no te das cuenta de que estás haciendo algo que no todos pueden hacer, que es Volar?
¿No te das cuenta de que si no pueden hacerlo y tú sí, es porque ellos en el fondo no lo deseaban y tú sí?
¿Y por estar cumpliendo tu deseo, te enfadas?