12/3/2009 Curso de seguridad en vuelo por parapentenet Lo primero que llama la atención es lo poco preparados que estamos para una situación de emergencia. Quiso Juan que lo primero que hiciéramos fuera lanzar el paracaídas. Sin explicación previa. Nos colgamos del cable de acero, se balanceó cuanto pudo y ¡lanzamiento! La sorpresa es que algunos de nosotros perdimos segundos suficientes para no contarlo si hubiera sido una situación real: falta de hábito, contenedor mal situado, asas poco accesibles, paracaídas mal colocados
Después vino la teórica. Pensábamos que la cosa iba de aprender a tirar y plegar el paracaídas. Sin embargo, Juan nos sometió a largas horas de teórica sobre seguridad activa y seguridad pasiva. Descubrimos que en el asunto de la seguridad lo del paracaídas de emergencia no es la parte más importante. Hemos recibido valiosísimos conocimientos sobre el material de vuelo y sobre nuestra actitud. A partir de ahora, veremos las cosas de otra forma.
La última parte del curso se dedicó al plegado del paracaídas. Siempre hemos mirado los paracaídas con algo más que respeto, casi aprensión. Eso se acabó: no sólo abrimos sin miedo ese paquete misterioso, ahora podremos sacarlo y volverlo a empaquetar cada vez que necesite su revisión, que es cada seis meses. Y además, con la seguridad que ofrece el haberlo hecho uno mismo de forma minuciosa.
Conclusiones: un curso muy productivo, del que hemos salido mucho más conscientes de qué elementos, actitudes y conocimientos hacen que volar sea más seguro y, por tanto, seamos capaces de disfrutar más. O, como decía Juan, hemos sido capaces de matar muchos de esos cocodrilos que cada uno de nosotros tiene cuando vuela. Ha sido una valiosa trasferencia del conocimientos acopiados por cientos de horas de vuelo a lo largo muchos años por todo el mundo. Nuestro agradecimiento a Juan Morillas.